viernes, 16 de agosto de 2013

Sasha Grey: La Sociedad Juliette

Para los que no sepan quién es Sasha Grey ofreceré dos opciones: acudir a un lugar a salvo de miradas indiscretas y googlear su nombre, o leer el siguiente párrafo.

Sasha Grey es famosa por su carrera como estrella del cine X. De aquel más osado y descarnado. Corta pero intensa carrera que ha acabado, tras la cual ha tanteado la actuación en rodajes convencionales (ha sido dirigida por Steven Soderbergh en el cine, y participó interpretándose a sí misma en una temporada enterita de toda una serie de HBO, la excelente Entourage). También habiendo probado en el mundo de la música (en la oscura banda de electropop aTelecine, que ya ha abandonado), siendo La Sociedad Juliette su primera incursión en la literatura. 

Una trayectoria no exenta de lógica cuando, aún inmersa en los agotadores (ejem) ritmos de rodaje del cine para adultos, decidió empezar a destacarse por su pose existencialista y sus gustos culturales, inusuales dentro de su gremio profesional, atípicos y escorados hacia cierta élite.

Si Sasha Grey, por cierto, no deseara que esa fama que la precede intercediera en la valoración de su obra literaria, hubiera podido publicarla bajo su nombre auténtico. Lo cual revela que no siente pudor alguno por su pasado, cosa que está muy bien, pero también que está dispuesta a rentabilizar ese pasado a tope. Y eso es lo que sucede. Pues no tienen que estar contentos, no tienen que haber salivado los de Grijalbo con que, encima, ese nombre artístico suyo incluya la palabra Grey. Jugada espectacular a nivel comercial al canto.
Para mayor solaz, el libro contiene justo lo que se esperaría de él. Pero mientras la autora de las sombras de las narices es una señora bastante convencional, Sasha Grey sabe de qué habla (o de qué escribe) cuando narra con todo lujo de detalles (que no hacen más que alimentar el morbo de que ésta sea una autobiografía encubierta) las experiencias sexuales de Catherine, protagonista de La Sociedad Juliette, club secreto que parece ser una especie de misteriosa élite poderosa dedicada a la explotación sexual de alto rango. 

Sasha Grey sabe que sabemos de qué escribe. Y juega con esa complicidad para hincharse a vender esta novela, lo cual es perfectamente legítimo, siempre y cuando no fuerce las cosas de la manera que lo hace: intercalando una tras otra todo tipo de referencias culturales que delaten un intelecto superior. Cine francés, literatos y filósofos malditos, citados para dotar de empaque a esa endeble trama de tintes algo grandilocuentes. Envoltorio que es pretexto para trazar una línea entre separe esta novela de ser una novela de género.

Catherine transita por el libro dedicada al placer y a la experimentación. La trama, escueta, poco coherente y reminiscente de tantas otras historias, discurre dentro del más convencional desarrollo en espiral de riesgo físico y autodestrucción.
La vieja historia de aburrirse de la rutina y siempre querer más, de realizar las fantasías y bla bla bla. Combinada por una casual (pero forzada) situación de cercanía a los círculos del poder y de una imaginación especialmente calenturienta. Cóctel perfecto. Formula magistral aplicada. 
El lector advenedizo se queda contento con la visualización de sus tórridas y explícitas escenas, y su autora reviste, si ello le es necesario, de cierta credibilidad a otro nivel su nombre (y de paso, su cuenta corriente). ¿Todos contentos?

Lee el artículo completo aquí: http://goo.gl/5ziLiw

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