La literatura negra estadounidense, prácticamente ignorada antes del
movimiento de los derechos civiles liderado por Martin Luther King Jr.
hace medio siglo, se ha convertido hoy en parte de la identidad cultural
de Estados Unidos.
En 1962, en la Universidad de Stanford, California, no se estudiaban
escritores negros, dice Carolyn Karcher, profesora de literatura en la
Universidad de Temple en Filadelfia (Pensilvania). "Tampoco había
estudiantes o profesores negros, o eran muy pocos".
Tres décadas después, una autora como Toni Morrison fue galardonada
con el Premio Pulitzer con "Beloved" en 1988, el galardón literario más
prestigioso de Estados Unidos, y el Nobel en 1993.
"Ganar como estadounidense es muy especial, pero ganar como negro estadoundiense es increíble", dijo al aceptar su premio.
Escritores como Alice Walker ("El color púrpura", 1982), Terry
McMillan ("¿Dónde están los hombres?", 1992) e incluso Zane, autor de
novelas eróticas, son distinguidos en forma regular actualmente, o se
encuentran entre los de mayor venta en las librerías estadounidenses.
"Hoy en día es imposible seguir (la literatura estadounidense) sin
estudiar lo que escriben los afroamericanos", afirma Karcher. "El
movimiento de derechos civiles estimuló a los jóvenes negros, que se
manifestaron para cambiar los programas universitarios".
Liderados por la poeta negra Sonia Sánchez, en la Universidad de San
Francisco se abrió en 1968 el primer departamento de "Estudios Negros",
que reconocía la literatura afroestadounidense como un género en sí
mismo.
Muchos escritores negros comprometidos, como Martin Luther King Jr.,
con la larga lucha de los negros por la igualdad y la libertad, fueron
inspirados por este pastor convertido en ícono tras su asesinato en
1968.
Entre ellos, John A. Williams, con su ensayo de 1970 "The King God
Didn't Save", Charles Johnson con la novela "Dreamer" de 1998, e incluso
Ho Che Anderson con el cómic "King".
En "Meridian" (1976), Alice Walker retrata a una heroína que adopta
los métodos de resistencia pacífica de un pastor en el agitado Sur de
principios de los años 1960. El capítulo final, titulado "Free at Last"
(Libre al fin), es una alusión directa al discurso "I Have a Dream",
pronunciado por King el 28 de agosto de 1963 en Washington.
"Dos generaciones completas de escritores consolidaron el estatus de
mártir de King", señala Greg Carr, profesor de la Universidad de Howard
en Washington. "Pocas veces criticado, es presentado por sus defensores
como una figura redentora, un símbolo de pureza y autenticidad".
Pero King también puede ser ridiculizado por los autores del
Movimiento de Arte Negro (1965-1974), más atraídos por el extremismo de
Malcolm X.
"Los escritores negros han jugado un papel cada vez más importante en
el debate nacional sobre la raza y la democracia estadounidense",
apunta por su parte James Miller, profesor de literatura
afro-estadounidense del siglo XX en la Universidad George Washington.
Retorno a los años oscuros de la esclavitud, como lo demuestra la
proliferación de novelas recientes sobre el tema, folclore, riqueza de
los dialectos: en los últimos 50 años los autores negros "han ampliado
en gran medida los límites de la literatura y la cultura
estadounidense", sostiene.
La lucha por la igualdad racial ha registrado progresos
significativos, pero el aumento de la desigualdad económica, las altas
tasas de reclusos negros en las cárceles, entre otros temas, muestran
que las dificultades de crear una sociedad verdaderamente justa
persisten, indica Carter Mathes, quien pronto publicará un libro sobre
la literatura negra después del movimiento de derechos civiles.
"Los escritores de hoy tienen que pensar acerca de lo que significa
tener un presidente negro al frente de un país que se aleja de muchos
logros del movimiento de los derechos civiles".
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