miércoles, 7 de noviembre de 2012

Dita Kraus: La bibliotecaria de Auschwitz



Jugándose la vida, una niña de 14 años creó una biblioteca clandestina en el barracón 31 de aquel campo de concentración. Y aún vive para contarlo. Una novela cuenta su sorprendente historia.


Cada seis meses, esas familias eran gaseadas como las demás. Jugándose la vida, una niña de 14 años creó en el barracón 31 de aquel campo una biblioteca clandestina. Y aún vive para contarlo. Una novela cuenta su sorprendente historia.

Polonia, enero de 1944. Hay anuncio de inspección en el barracón número 31 del campo de exterminio. Los grupos de prisioneros judíos están canturreando en pie, a la espera de que lleguen los guardias de las SS.
Hay miedo entre los prisioneros: los SS son tan brutales como taimados y quisquillosos. Los prisioneros deben guardar formación. Los nazis hacen preguntas a los niños para sonsacarles información valiéndose de su ingenuidad. Y por pequeña que sea, toda infracción se castiga con la muerte.

En el centro del grupo de niñas, Dita se estremece, aprieta los brazos contra su cuerpo y nota el crujido de los libros contra las costillas. Si se los encuentran, es el fin.

Fredy Hirsch, el prisionero nombrado jefe de barracón, da un paso al frente, a las órdenes de los SS, que emprenden el registro de paredes, suelos y objetos. Son metódicos. El desorden los saca de sus casillas: no se andan con contemplaciones si alguien hace algún ruido.

Tras unos minutos, el SS al mando se planta ante Dita. Ella siente un sudor helado en la espalda.El suboficial parece sospechar algo, y es natural: Dita, más alta que el resto, sobresale y es la única que no está en posición de firmes, con los brazos junto al cuerpo. Entonces, uno de los prisioneros, el anciano profesor Morgenstern, llama la atención del nazi al mando con una letanía aturullada, como de viejo chocho: «Disculpe, señor, ¿da usted su permiso que regrese a la fila? Si le parece a usted bien, naturalmente. Lo último que querría sería molestar y...».

Irritado, el suboficial se encara con Morgenstern: «¡Estúpido vejestorio judío! ¡Si no estás en tu sitio en tres segundos, te descerrajo un tiro! ¡A la fila, imbécil!». La añagaza ha funcionado. Alterado, el suboficial cree haberse ocupado ya de las niñas y pasa a inspeccionar otras filas. Tras algunos gritos y zarandeos más, los nazis ser marchan. Dita vivirá un día más.

Así empieza la novela La bibliotecaria de Auschwitz, escrita por Antonio G. Iturbe y basada en hechos reales.
Antonio Iturbe

El barracón 31 formaba parte del denominado 'campo familiar' agregado a Auschwitz y enclavado entre el bosque de abedules de Birkenau. Albergaba a familias enteras con sus hijos con un fin puramente propagandístico: hacer creer a la Cruz Roja Internacional -y al mundo- que los judíos no eran asesinados, sino tratados con consideración.
Pero tras seis meses de permanencia en este 'escaparate' eran enviados a la cámara de gas, como los demás. Con el tiempo, realizada ya la propaganda, el campo familiar sería cerrado.

El barracón 31 albergó unos 500 niños... Y, de forma sorprendente, los prisioneros se las ingeniaron para crear allí una biblioteca infantil clandestina. Era precaria: solo contaba con ocho libros; entre ellos, un atlas desencuadernado; un manual de álgebra; los Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica, de Sigmund Freud; y Las aventuras del bravo soldado Svejk, del checo Jaroslav Hasek. La biblioteca también contaba con 'libros vivientes': prisioneros que recitaban a los niños obras que habían leído en el pasado.

Dita Polachova, la adolescente checa que en la novela recibe el apellido de Adlerova (ahora se apellida Kraus), era una de las gestoras de la biblioteca. Sobrevivió a Auschwitz, sigue con vida y reside en Netanya (Israel). 
Dita Kraus
En el libro asoman otros personajes históricos, como el disciplinado sionista Fredy Hirsch, el jefe del barracón 31, quien logró organizar una especie de escuela y eligió a Dita para ocuparse de los libros. Tuvo un trágico final. Cuando las tropas alemanas ya se batían en retirada en Europa, la resistencia interna del campo le pidió encabezar un levantamiento de los prisioneros. Hirsch dudó: había casi nulas probabilidades de éxito y su misión era salvaguardar la vida de los niños.

Texto tomado de Finanzas

Aquí un vídeo: "Dita Kraus, la bibliotecaria que ayudaba a soñar a los niños"

Un vídeo con la sinopsis del libro: "Una emocionante novela basada en hechos reales, que rescata del olvido una de las 
más conmovedoras historias de heroísmo cultural"

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