martes, 22 de enero de 2013

Google y la biblioteca mundial


La semana pasada se estrenó en el Festival Sundance el documental Google and the World Brain, producido por Polar Star Films, que hace honor a la predicción de HG Wells en 1937 sobre la creación de una gran biblioteca que recogiera todo el conocimiento humano y nos llevara a un nuevo estado de inteligencia colectiva.

El documental que alerta de los peligros  y de las maravillas de Internet, recorre el proceso de digitalización llevado a cabo por Google, de millones de libros durante los últimos diez años, las consecuencias que puede acarrear, las reclamaciones de autores sobre sus derechos,  las prevenciones  de países como Alemania, Francia o Japón y las advertencias de los expertos sobre cuestiones de apropiación y manipulación de los ciudadanos.

La idea de crear una biblioteca mundial no es una ocurrencia ni de las empresas multinacionales de Internet,  ni tampoco una idea original de siglo XXI.  Desde la creación de la Biblioteca de Alejandría en la Grecia Antigua ese cerebro mundial sigue vigente. La diferencia es que hoy día las posibilidades tecnológicas existen.

Desde el sector público también se promueve la idea del cerebro mundial, aglutinador de todo el conocimiento, de todo lo que se ha escrito y creado el hombre en formato digital. La Unión Europea  fomenta desde 2008 el proyecto Europeana, cuya idea es básicamente la misma que la de Google, si bien el argumentario se nutre de conceptos tales como patrimonio común de la humanidad, open source  data o  creative commons.

Pero mientras los grandes proyectos públicos o privados quieren mejorar el acceso al conocimiento,  la realidad que vive el ciudadano es bien distinta. Las bibliotecas de proximidad en muchos de los países de Europa están perdiendo su función  básica. Se transforman en contenedores obsoletos, pero aún vivos gracias a la actitud vocacional de sus profesionales y apoyados con el espíritu voluntarista de unos pocos.  Estos otros centros de salud están llamados a desaparecer en esta época de política neoliberal. Los presupuestos de adquisición de nuevos títulos se reducen a la mínima expresión, los horarios se restringen, y las actividades de fomento de lectura se regulan a la lectura de 30 minutos por usuario.  

La biblioteca es la primera línea de defensa y de acceso a la cultura. Está bien que se fomente el acceso a la totalidad del conocimiento humano en la red, pero  los caminos por los que transita esta idea hoy día están equivocados.

Fuente: aquí

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