Confiamos haber captado su atención con el título de la guía, que promete revelaciones increíbles y fórmulas mágicas para convertir de la noche a la mañana a nuestros hijos, tan reticentes a la palabra impresa, en lectores empedernidos. Pero permitidme desmentirlo antes de que sea demasiado tarde, y reconocer ya de entrada la única verdad universal que posiblemente encontraréis en este material (y por eso lo subrayamos): no hay recetas milagrosas para contagiar el gusto por la lectura.
No hay recetas milagrosas para contagiar el gusto por la lectura. Para conseguirlo nos hará falta confianza, paciencia y constancia, predicar con el ejemplo y sumar complicidades para hacer del libro un objeto cotidiano, interesante y atractivo.
Aquí puedes leer el libro.
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