domingo, 19 de julio de 2015

Mi primer día en la FIl 2015

Como todos los años acudo el primer día que abre la Feria Internacional del Libro de Lima (FIL) 2015, asisto después de mis labores, es decir después de las 5pm y llego casi a las 6pm. Este viernes último fue así, salvo por el tráfico insoportable en la Av. Abancay, que hasta el mes de diciembre 2014 estaba recuperado y ordenado, ahora con el regreso del alcalde Lucho, regresó el desorden, sin inspectores de tránsito que ordenen a los taxistas a no tomar el carril derecho, sin inspectores que con cada silbatazo hacían avanzar más rápido a los buses "chantones" (en el lenguaje de transporte público, "chantarse" es quedarse detenido mucho tiempo e innecesariamente). Con todo ese retraso llegué al recinto ferial un poco más de las 7pm.

Luego de subir al bus, bajé en el cruce de la Av, Salaverry con la calle que termina el Hospital Rebagliati y avancé raudamente hacia donde está el ingreso en la esquina de la feria, muy cerca a un vagón y ¡oh sorpresa! esta puerta no había sido habilitada, tuve que ir a comprar mi ticket de ingreso por la puerta principal. En el stand donde dan informes, ya se habían agotado los programas. Y sepan amigos de la FIL que soy coleccionista de sus programas. 

Pasado el mal rato de no tener programa, ni croquis de la ubicación de las editoriales, ni de las salas, hice un recorrido de reconocimiento en busca de las novedades novedosas en títulos y ver las salas de homenaje.

Me gustó como, desde el año pasado, aprovechan mejor los espacios y la escultura de los caballos se convierten en punto de referencia para orientarse en la caminata y búsqueda de salas y stands. Aunque he de confesar que todavía la sentí medio laberíntica, por esa caprichosa forma circular, parece que estuve dos veces por el mismo sitio y ya los pies me dolían.

También me gustó observar y sentir, porque estuve en dos de ellas, la mejora en el acondicionamiento de las salas y auditorio, mejor equipadas y tres de ellas están localizadas una al lado de la otra, hacen más fácil y sencillo el desplazamiento si queremos estar en distintas salas, antes ubicadas a los extremos. Y a pesar de estar juntas el ruido, voces, sonido de una sala , no se filtra a la otra. Lo que no me gusta es la oscuridad de la misma, las paredes negras me parecen muy tétrico, pero es cuestión de gustos.

Estuve en la sala Blanca Varela, que tiene una cabina para la traducción en simultáneo de los autores de habla francesa. Ahí estuvo Frédéric Martel, muy desenvuelto y con una presentación muy desenfadada acerca de su libro "Global Gay". En esta sala nos prestaron audífonos para escuchar la transmisión en simultáneo.

También me gustó el salón homenaje a María Rostworowski, incluso tiene una mesa con sillas para los más pequeños a manera de biblioteca, donde pueden leer y hacer trabajos (bueno solo colorear, uno de los trabajos más simplistas que siempre se dedican al público infantil).

Sorprende ver todo los libros denominados best-sellers abarrotando los puestos de lectura (llamaré así a los stands), con harta publicidad para atraer a muchos compradores.

Espero regresar próximamente y asistir a la presentación del libro "HHhH" y conocer a Laurent Binet.


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