viernes, 27 de junio de 2014

5 recomendaciones de literatura erótica para excitar el cuerpo y la mente

La literatura erótica no comienza (ni por mucho) con bodrios taimados como 50 Shades of Gray. Un ranking de literatura erótica que fuera realmente incluyente debería tomar en cuenta los poemas de Catulo, El cantar de los cantares incluido en La Biblia, además de joyas como las que presentamos a continuación:

Las amistades peligrosas, Pierre Choderlos de Laclos
Publicado por primera vez en 1782, Relaciones peligrosas ha tenido una larga historia de tabú y censura. Se trata de la historia de dos ex-amantes y rivales que utilizan la humillación para su beneficio personal. El libro ha sido un referente obligado en la historia de la literatura erótica y su larga tradición de incluir tramas aristócratas, vengativas y personajes altamente seductores que alimentan su codicia con el cuerpo. Tal vez recuerdes la versión cinematográfica con John Malkovich y Michelle Pfeiffer.

Trópico de Cáncer, Henry Miller
Censurado en EU a causa de su carga erótica, el trabajo del novelista Henry Miller ganó notoriedad a través de novelas como Sexus, Trópico de Capricornio y Trópico de Cáncer. Este último es un relato en primera persona sobre la estancia de Miller en París a finales de los años 20s. Su descripción de encuentros sexuales no parece tersa y cursi como en la erotica barata, logrando un libro que excita tanto la mente como el cuerpo.

Los cuentos de Delta de Venus 
Dan cuenta de la imaginación sensible y elegante de Nin, narradora francesa que explora a través de sus personajes formas sofisticadas de perversión. Para ella, “las palabras llevan colores y sonidos a la carne”. Se dice que Henry Miller aprendió a coger y a escribir gracias a Nin. 

El amante de Lady Chatterley, D.H. Lawrence
Cuando el esposo de Lady Chatterley regresa de la guerra paralizado de la cintura para abajo, la mujer comienza una aventura erótica que rompe las expectativas de género y de clase social, además de las convenciones literarias de la puritana Inglaterra de principios del siglo XX. Lady Chatterley, en cierto sentido, puede verse como una mujer que lleva a cabo las fantasías que Madame Bovary sólo puede leer…

Lost Girls, Alan Moore (dibujos de Melinda Gebbie)
Lost Girls es una novela gráfica –pero sería injusto y mezquino tratarla simplemente como un “cómic”. En esta obra, el genio de Alan Moore (a quien tal vez recuerdes por obras como V for Vendetta y Watchmen) trabaja con su mujer, Melinda Gebbie, para hacer “pornografía que se pueda leer”, bajo la premisa de que el porno no tiene por qué ser cursi o de mal gusto. Las “niñas perdidas” son nada menos que Alicia (la del País de las maravilla), Dorothy (de El mago de Oz) y Wendy (de Peter Pan), que se conocen ya como adultas y se ven involucradas en aventuras sexuales en la reprimida sociedad inglesa de principios del siglo XX.























Texto e imagen tomado de aquí

miércoles, 11 de junio de 2014

Keith Richards confiesa ser un ratón de biblioteca

El guitarrista de los Rolling habla en su autobiografía de su amor por los libros


Keith Richards logrará sorprender a quienes busquen en su autobiografía una mera trayectoria de música y excesos porque, por encima del sexo, las drogas y el rock and roll, el guitarrista de los Rolling Stones se declara en primer lugar un bibliotecario frustrado.

A los 66 años, Richards se ha volcado en organizar una vasta biblioteca de libros clásicos y contemporáneos que lleva cultivando desde hace décadas, siguiendo el sistema de clasificación al uso en las más regias bibliotecas (Dewey). Incluso se planteó recibir formación profesional para gestionar ese vasto legado de títulos que forra sus mansiones de West Sussex (Reino Unido) y Connecticut (Estados Unidos), tal como confiesa en su autobiografía Life, que saldrá a la venta en el próximo otoño, pero se sintió "desbordado" por la empresa y decidió centrarse en objetivos más modestos.

El rockero empedernido, el hombre que admitió haber esnifado las cenizas de su padre y que en años recientes sufrió una delicada operación tras caerse de un cocotero, se declara en realidad un ratón de biblioteca. E intenta ganar para la causa de la lectura a familiares y amigos. Por eso, los invitados a su granja de la campiña inglesa suelen encontrar sobre la mesita de noche algunas de las obras favoritas del anfitrión, cuyos gustos se decantan hacia Bernard Cornwell y Len Deighton, la historiografía de la II Guerra Mundial y, por supuesto, de la música.

Un adelanto estimado en 4,8 millones de libras (5,4 millones de euros) ha animado al músico a narrar en primera persona cómo ese joven de la austera Inglaterra de la posguerra descubrió su pasión por los libros mucho antes de tocar una guitarra. "Cuando creces, hay dos instituciones que te afectan especialmente: la Iglesia, que pertenece a Dios, y la biblioteca, que te pertenece a ti. La biblioteca pública es enormemente igualitaria", declaró en una ocasión. Los libros, asegura, nunca le han abandonado durante cinco décadas de giras, aunque a la hora de escribir el suyo propio ha tenido que buscar la ayuda del autor y amigo James Fox, porque, desde su veteranía, "me cuesta mucho recordar las cosas".

Fuente: El País y foto de aquí 

lunes, 9 de junio de 2014

La Literatura

"... solo nos resta, si puedo así decirlo, hacer trampas con la lengua, hacerle trampas al lenguaje. A esta trampa, a ese magnífico engaño que permite escuchar la lengua fuera del poder, en el esplendor de una revolución permanente del lenguaje, por mi parte, yo la llamo literatura"

Rolad Barthes

lunes, 2 de junio de 2014

Las predicciones de Octave Uzanne

Octave Uzanne fue un escritor, periodista y bibliófilo francés que publicó en 1895 un ensayo titulado "El fin de los libros" en el que imaginaba un mundo en el que los libros estaban disponibles electrónicamente en casa, mediante suscripción.

"El fin de los libros" de Octave Uzanne es una dulce profecía futurista nacida del común marco de circunstancias decimonónico de la conversación entre amigos o conocidos. 

El grupo en cuestión cuestiona al final del diecinueve cómo será el futuro siglo veintiuno. Cada cual aporta sus ideas con más imaginación que lógica o con mucha lógica pero poca objetividad. Preguntado Uzanne como bibliófilo por el devenir de los los libros, sorprende a todos anunciando el fin de los mismos que serán sustituidos por unos cilindros que reproducirán audiblemente las obras directamente en los oídos de los nuevos lectores.