jueves, 31 de enero de 2013

Paperman: Nominada a mejor corto animado 2013


Disney acaba de publicar por su cuenta en youtube, Paperman. Nominada a mejor corto animado, Paperman es el debut del director, John Kahrs, pero ya con varios años en el departamento de animación de Disney, ha colaborado en animaciones como Toy Story 2 y Enredados.

Disney desarrolló una nueva tecnología llamada Meander para crear Paperman. En la que se unen dibujos tradicionales con la estabilidad y dimensionalidad del CG (computación gráfica). Lo que le daría más influencia y control a los animadores y artistas sobre el porducto final.

El corto cuenta la historia de un chico en Nueva York que se encuentra con una chica hermosa. Perdiendo el rastro, se sorprende cuando la ve a través de la ventana del edificio que está al frente de su trabajo. Sin nada más que un montón de papeles para llamar su atención.
Romántica y encantadora, los desafiamos a ver los siete minutos sin sonreír al menos un poco. 

Fuente: Cinespacio

martes, 29 de enero de 2013

Vega 'Veguita': "Uno de los errores más bellos de mi vida fue ser periodista"


“La vejez es un villano que bajo pena de muerte nos impide los excesos de la juventud”.
Ha muerto Vega Veguita , librero de viejo, el sobaco ilustrado, caminante, nadador, pendejo y maravilloso conversador.... Salud VEGA VEGUITA: 
Aquí una refrescante entrevista pa' cagarse de risa:

-Has formado y vendido varias bibliotecas sobre Lima. ¿Cuándo nace tu fascinación por esta ciudad?

-En el año 1935. Cuando nací.

-¿Qué es lo que más te atrae de tanta fealdad?

-La cantidad de cojudos que produce. Gracias a ello, uno puede vivir alegremente.

-Siempre estás soltando frases.

-Me fascina Wilde. Es uno de los grandes. Pero para mí el primero es el Marqués de La Rochefoucauld. Es una maravilla. Voltaire dijo que si alguien había ayudado a formar el espíritu francés ese había sido Rochefoucauld. Escucha: “no hay mujer honrada que en el fondo no envidie a la que no lo es”. Otra: “La vejez es un villano que bajo pena de muerte nos impide los excesos de la juventud”. Me gusta su capacidad reflexiva, irónica y su perversidad verbal.

-¿Te consideras perverso?

-Solo en la medida que me lo permiten. A mucha gente le encanta mantener relaciones sadomasoquistas.

-¿Qué otro autor te interesa?

-Bernard Shaw. Una vez una actriz bellísima le dijo: “me encantaría tener un hijo con usted para que tenga mi belleza y su inteligencia”. A lo que Shaw respondió: “¿y si sale al revés?”. Churchill también era increíble. En el parlamento una mujer se pone de pie y le dice: “si usted fuera mi marido yo le daría veneno en el desayuno”. Churchill le responde: “señora, si usted fuera mi esposa yo no dudaría en tomármelo”.

- ¿Y en el Perú quién? ¿Valdelomar?

-Fue un genio: “no es lo mismo un griego desnudo que un cholo calato”. Lamentablemente murió joven. El más grande fraseólogo que tenemos aquí es Julio Ramón Ribeyro. Yo lo admiro en esa faceta porque como cuentista me parece malo y como novelista pésimo. En sus “Diarios” y en “Los dichos de Luder” recoge la vieja escuela francesa. Ribeyro soñó con ser un escritor y termino siendo un fraseólogo.

-Estás desplumando a los gallinazos.

- En un país que no tiene cuentistas, cualquiera vale. Es un cuento que escribía cuentos.

-¿Qué características debe tener un gran relato?

- El encanto del idioma. Ribeyro no tenía belleza verbal.

-¿Y la novela?

-Abarca infinidad de posibilidades. No es lo mismo “El Proceso” que “El Quijote” pero las dos son dos grandes novelas. Una gran definición es la de Cervantes cuando habla del Tirante el Blanco: “dádmela acá compadre que creo haber hallado en ella una mina de contentos y un tesoro de pasatiempos”.

-¿Qué opinas de Vargas Llosa?

-Es un buen obrero. Jamás llegará a ser arquitecto. Creo que compran sus libros más por fama y costumbre que por la necesidad de leerlo. Sin embargo, hay que decir que es magnífico como ensayista.

-¿Existe algún buen novelista peruano?

-Lo están por parir. Espero que lo hagan pronto. Pero no debo hablar mal de los escritores peruanos porque yo he logrado lo que ellos no: vivir de sus libros.

-¿Poesía?

-Me interesan Martín Adán, Vallejo, Eguren. La gran cantidad de hojarasca permite el abono para que crezcan grandes plantas. La poesía es una mujer lenta. Muchos corren tras ella para alcanzarla. Son muy pocos.

-¿Varela?

Tiene un manejo muy severo del idioma y lo hace con gran maestría.

-¿Eielson?

-Menor, me parece.

-¿Antonio Cisneros?

-Un gran cocinero.

-¿Fernando Ampuero?

-Es un gran amigo mío. He preferido quedarme con su amistad y no con sus libros.

-¿Hay algún escritor peruano que te guste?

-Héctor Velarde. Tiene un humor filosófico increíble. Además fue un gran arquitecto. Con ciertas maldades, por cierto. La clase media ascendente, que había amasado fortunas, le mandó a hacer grandes mansiones en San Isidro. Velarde les preguntaba: ¿quieren que les ponga un escudo nobiliario? Sí, claro, le respondían. Y él les ponía un escudo de bastardía.

-¿Ese clasismo para arriba y para abajo sigue vigente?

-Lima siempre fue clasista y racista. Yo me acuerdo que la música folclórica solo se podía tocar en El Agustino, detrás del Hospital Bravo Chico. Después se trasladó a 28 de julio, después a la Avenida Colonial. De pronto los fabricantes de discos descubrieron que era lo que más se vendía. Vieron el gran negocio. Y todo lo que es plata implica el abandono de algunos viejos preceptos morales.

-¿Eres racista?

-Yo soy limeño. Me educaron bajo ciertos lineamientos racistas y con los años fui comprendiendo que eran estupideces. El ser humano vale por su valor en sí.

-¿Y ese valor en sí cómo se mide?

-A través del trato, del diálogo, del comportamiento. De las aptitudes y de la honestidad.

-¿Cómo te valoras a ti mismo?

-Si lo hiciera, no me hablaría.

-¿El humor es una defensa?

-Sí. Y defensa es lo que le falta a la selección.

-¿Te gusta el fútbol, vas al Estadio?

-No, no, no. Yo fui periodista deportivo y comprendí muy temprano que los clubs son solo empresas comerciales que explotan una cantidad de jóvenes durante un tiempo y cuando les dejan de servir los botan a la basura. Los hacen firmar un contrato y luego los someten. Y nadie lucha por el derecho del futbolista como ser individual. La ignorancia de nuestros derechos nos hace cada vez más esclavos.

-¿Por defender tus derechos abandonaste el trabajo?

-Uno de los errores más bellos de mi vida fue ser periodista. No era una carrera para mí. No me gustan los horarios. Quien es dueño de su libertad y la ama no puede tener un horario. Detesto tener un trabajo.

-¿Por qué?

-Por principios éticos. Un hombre no debe trabajar. La vida debe ser una diversión y una alegría. El trabajo te comprime y te limita. “Cómo será de malo el trabajo que te pagan por hacerlo”. Otra: “Me encanta el trabajo. Pasaría horas de horas viendo cómo lo hacen”. Cuando fui periodista tenía la concha de escribir una carilla al día y que me pagaran por ella. Con el carnet me divertía todas las noches.

-¿Por qué se ha perdido esa afición por los burdeles?

-En Lima faltaban los locales sociales y el burdel cubría ese espacio. No era una comida al paso, como ahora. No tenías necesidad de estar con una mujer. Ibas a conversar con amigos, tomabas, llamabas a una mujer, le invitabas algo, bailabas un rato con ella y si querías llegar a un acuerdo, lo hacías.

-¿Era hambre de conversación?

-Y de buen licor.

-¿Cuál es tu trago?

-Ha sido durante años el Sol y Sombra. Porque era la manera elegante y casi casta de tomar. Además era la ruptura contra el racismo. La guinda morena y el pisco blanco.

-¿Por qué te gustan las morenas?

-Lo explica El Cantar de los Cantares: la Sulamita era morena porque el sol la había mirado. Es el mejor piropo que hay en la Biblia. Siempre me han fascinado: dadme una negra y levantaré el mundo –dice levantando su puño.

-¿Por algo más?

-Tienen un gran talento para hacer la vida agradable. Pueden convertir todo en una sonrisa y en una fiesta.

-¿El mar, La Herradura?

-Era una catarsis. Una manera de botar los excesos tóxicos.

-¿Alguna vez te has drogado?

-Nunca. Todo lo que te puede dar lo tienes dentro, en tu imaginación

-¿Cuál era tu rutina en la playa?

-Fulbito, paletas, carreras, natación. He cometido la torpeza de salvar algunas vidas. Me arrepiento.

-¿Qué opinas de La Herradura ahora?

-Ha padecido el gobierno de alcaldes sin ninguna inteligencia y con viles intereses. Fue la mejor playa de Lima. Nace el 17 de octubre 1907, cuando se inaugura el tranvía que ingresa a La Herradura. Que era el único ingreso porque no tenía pista. La primera pista la comienza a hacer Leguía y la termina Benavides. La compañía de tranvías duró un año porque quebró. Pero el ingreso quedó para carros y personas.

-¿Cómo ejercitas la memoria?

-No lo hago. Es natural. Lo que estoy padeciendo en estos momentos es una especie del Alzheimer: me olvido de lo que debo.

-¿Has escrito poemas?

-Algunos versos escritos con rigor castellano. A la vieja usanza de mis maestros: Góngora, Quevedo y Lope.

-¿Qué te ha dado la lectura?

-Ciertas justificaciones de la vida. Me ha permitido conocer mejor la mediocridad de la gente y la mía propia.

-Siempre juegas con la mariconería de los demás. ¿Alguna vez te has acostado con un hombre?

-No. Jamás. Aunque tengo una frase: me gustan los hombres porque son más estrechos, no salen embarazados y encima dan plata.

- ¿Por qué ya no visitas las redacciones con tu arsenal de libros?

-Bueno, en principio voy a enjuiciar a la astrología. Me habían dicho que era sagitario y ahora resulta que estoy bajo el signo de cáncer.

-¿Hace cuánto estás en tratamiento?

-Lo han descubierto hace poco en mi ojo derecho. Estoy pasando diversos exámenes en Neoplásicas para ver cuándo me operan.

-Quiénes te quieren ayudar, ¿qué pueden hacer?

-Regalarme un ojo.

-¿Tienes un teléfono que se pueda hacer público?

-El 4726433. Algunos me ayudarán y otros me mentarán la madre. Pero todo será aceptado con buen corazón. (Juan Carlos Méndez)

Fuente: Perfil de facebook de Paco De a Luca

lunes, 28 de enero de 2013

10 mandamientos para los futuros bibliotecarios


Michael Stephens ha elaborado una lista de diez “mandamientos” para futuros bibliotecarios, muchos de los cuales giran entorno a la tan de moda ahora Library 2.0:
  1. Haz preguntas en las entrevistas de trabajo sobre los proyectos que se están llevando a cabo en la biblioteca, en especial los tecnológicos.
  2. Presta atención a lo que tu entrevistador dice de sus usuarios. ¿Aburridos, despreocupados, molestos por su presencia en la biblioteca? ¡Huye de un sitio así!
  3. Lee cuanto puedas y empápate todo lo que puedas de cualquier tema sobre cultura, música, etc… Te ayudará a conocer a tus usuarios, sus intereses…
  4. Aprende sobre propiedad intelectual, licencias Creative Commons e interésate por cómo estas últimas van a influir en una cultura en la que la creación de contenidos estará al alcance de casi todos.
  5. Utiliza las herramientas de la web 2.0, no porque estén de moda, o porque lo digan los gurús y bloggers de moda, si no porque te ayudarán a estar al día en la profesión. Suscríbete a canales RSS especializados en ByD, y anímate a participar en la blogosfera, escribiendo tu propio blog o comentando en los de otros.
  6. Juega limpio con tus compañeros en el trabajo, en jornadas profesionales, ¡colabora! No vas a entrar en un concurso, no se trata de que tú seas el centro de atención, todo gira en torno al usuario, se trata de crear buenos servicios para el beneficio de los usuarios.
  7. Sé profesional, pero no dejes de lado la diversión, la curiosidad, el juego. Organiza tu tiempo y tu trabajo para poder cumplir con todo aquello con lo que te comprometas
  8. Evita la “lujuria tecnológica”. Adorar a la tecnología se convierte en una trampa, no dejes que se convierta en un dios al que adorar.
  9. Escucha a los bibliotecarios que ya tienen experiencia. Saben de qué hablan. Aprende de cada una de las conversaciones que mantengas con ellos (¡ojo bibliotecarios experimentados! ¡escuchen a los recién llegados! una escucha bidireccional es la garantía para superar las diferencias generacionales que se encuentran en muchas organizaciones)
  10. Ten siempre una visión global. No pongas en marcha 5 nuevos servicios basados en las tecnologías más de moda sin planificar cómo mantenerlos en el futuro. Preocúpate por los presupuestos, el marketing… construye servicios, colecciones y bibliotecas sostenibles, útiles para el usuario.

Paper Age (o la extinción de lo impreso)

Ken Ottman proyecta esta idea en un pequeño e increíble corto titulado Pager Age. En él, Ottman proyecta la extinción de un dinosario como analogía del papiro en su preciso momento de decadencia, la caída del vasto imperio del papel. 

El audiovisual contagia esa nostalgia y sentimiento de las cosas perdidas mediante los efectos especiales que hacen de una figura de papiroflexia una bestia muy real.

Impactante la escena del encuentro del dinosaurio de papel con una tablet. 

"Un médico rural" (versión animada)

Adaptación animada del relato de Franz Kafka que lleva el mismo nombre. Realizada por Koji Yamamura en el 2007, narra las vivencias de un médico de distrito qué se desvive por cuidar de sus congéneres, mientras que estos le exigen más de lo que puede dar. 

Haciendo uso de una animación experimental, plasma de manera tripimórfica, la agonía y desesperación de este pobre doctor, agobiado por buscar la causa de la enfermedad de un pobre chico, mientras su sirvienta esta siendo violada (supongo), por un paleto altruista, y los paletos padres del niño, lo presionan para que lo cure.

Ernesto Sábato: "Les quiero pedir a los chicos y a los jóvenes que lean"


(Discurso pronunciado por el autor durante la presentación del Plan Nacional de Lectura (Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, 18 de mayor de 2004). Texto difundido por Prensa y Comunicación del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología.)

Queridos chicos:

He venido hasta acá porque quiero hablarles de la educación, de los libros, de la importancia decisiva que tienen en la vida de los pueblos y de las personas, y de la que han tenido en mi vida.

Han pasado tantos años y sin embargo aún conservo el recuerdo de mi escuela de Rojas y de aquel colegio de mi adolescencia donde, igual que ustedes, fui conducido a los umbrales del pensamiento y de la imaginación. Con una mezcla de rigor y de ternura nuestras maestras y nuestros profesores nos enseñaron a buscar la verdad, a la vez que se iba formando nuestro espíritu con valores esenciales. Junto a los saberes que integran la educación básica, ellos nos transmitieron algo de la heroica epopeya del hombre. A menudo nos sentíamos extraviados ante aquellos acontecimientos cuyos motivos últimos, sin duda, sobrepasaban lo que podíamos comprender. Por esos relatos, llenos de peligro y de pasión, lograban suscitar nuestro asombro, que es la piedra angular de la verdadera enseñanza. En aquel tiempo, se forjaron las ideas esenciales que me acompañaron a lo largo de la vida, y se echaron las raíces de todo lo que tuvo que ser.

Por eso he venido hoy, especialmente, para hacerles un pedido: les quiero pedir a los chicos y a los jóvenes, con la autoridad que me dan los años, que lean. Yo también he leído de chico, y fueron los libros quienes me ayudaron a comprender y a querer la grandeza de la vida. Quienes sembraron en mi alma lo que luego los años pudieron expandir. Leía cuanto llegaba a aquellas bibliotecas de barrio, donde primero a través de libros de aventuras, y luego, porque un libro lleva, inexorablememte, a otro libro, a través de los más grandes de todos los tiempos, esos que nos entregan los abismos del corazón humano, y la belleza y el sentido de la existencia.

Leer les agrandará, chicos, el deseo, y el horizonte de la vida.

Leer les dará una mirada más abierta sobre los hombres y sobre el mundo, y los ayudará a rechazar la realidad como un hecho irrevocable. Esa negación, esa sagrada rebeldía, es la grieta que abrimos sobre la opacidad del mundo. A través de ella puede filtrarse una novedad que aliente nuestro compromiso.

Privar a un niño de su derecho a la educación es amputarlo de esa primera comunidad donde los pueblos van madurando sus utopías.

Créanme, es necesario que nos dejemos todos empapar por la utópica búsqueda de una gran educación para nuestros chicos.

Lo he dicho en otras oportunidades y lo reafirmo: la búsqueda de una vida más humana debe comenzar por la educación. Como supo señalar Simone Weil, su tarea es "preparar para la vida real, formar al ser humano para que él mismo pueda entretejer, con este universo que es su herencia, y con sus hermanos cuya condición es idéntica a la suya, relaciones dignas de la grandeza humana".

Ernesto Sábato

Ernesto Sábato nació en Rojas, provincia de Buenos Aires (Argentina), el 24 de junio de 1911. Falleció en Santos Lugares, el 30 de abril de 2011. Fue Doctor en Física y cursó estudios de Filosofía en la Universidad de La Plata. Trabajó como investigador en el Laboratorio Curie de París (Francia) y, en 1945, abandonó definitivamente la ciencia para dedicarse a la escritura. Es autor, entre otros libros, de los ensayos El escritor y sus fantasmas (1963) y Apologías y rechazos (1979), y las novelas El túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abbadón el exterminador (1974).

Fuente aquí

viernes, 25 de enero de 2013

Consejos para cuidar la vista con los eBook


Los libros electrónicos y las tablets son uno de los regalos estrella. Sin duda, uno de los motivos por los que nos decidimos a comprar uno de estos dispositivos electrónicos es porque, debido a su ligereza, podemos leer allá donde vayamos. Sin embargo, nuestra vista sí que diferencia la lectura en un Kindle o en un iPad.

La buena iluminación nos debe acompañar siempre en nuestra lectura. La mayoría de los eBooks tienen pantallas de tinta electrónica, es decir, que no emiten luz, por lo que se leen bajo la luz solar directa o apoyados con luz artificial, como ocurre con los libros de papel. Por el contrario, las tablets tienen pantallas de cristal líquido (LCD), es decir, tienen iluminación propia. Y ese es su gran inconveniente, ya que mantenemos la mirada fija en una fuente de luz directa, lo que nos provoca fatiga visual.

Si vamos a utilizar estos dispositivos sobre todo para la lectura, los oftalmólogos recomiendan la opción del eBook. Aunque de momento no hay ningún estudio que demuestre que leer en estas pantallas produce defectos en la vista, los expertos coinciden en que los dispositivos de lectura digitales provocan vista cansada o, como ellos lo llaman, síndrome del ordenador.

Si leemos muchas horas, de manera intensiva, en libros de papel, nuestros ojos también se resienten. Pero todavía más con el eBook, la tablet, el iPhone o el ordenador, ya que se sitúan a mayor distancia de lectura de nuestros ojos que los libros.

Según el último Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en 2011, elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España, más de la mitad (el 52,5 por ciento) de la población española mayor de 14 años lee en formato digital, es decir, en las pantallas de ordenadores, teléfonos móviles, agendas electrónicas o eReaders.

El presidente del Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas, Juan Carlos Martínez del Moral, recuerda que “aproximadamente el 75% de los usuarios de ordenador sufren el síndrome de fatiga visual”. Si tienes molestias oculares (picor y pesadez de ojos), trastornos visuales (visión borrosa, doble o dificultad de percibir los caracteres) u otros síntomas extraoculares como ansiedad o dolor de cabeza, puedes padecer este síndrome.



Decálogo para la correcta lectura electrónica

Para evitar estos problemas y tener una correcta salud visual te recomendamos diez consejos que deberás de tener en cuenta, sobre todo, cuando leas con dispositivos electrónicos:

1. Haz una pausa de cinco minutos por cada hora de lectura.

2. Para descansar los músculos oculares, alterna la visión entre un objeto cercano y otro lejano.

3. Es necesario parpadear para evitar la sequedad de los ojos.

4. Ajusta el brillo y contraste de la pantalla para que esté en consonancia con la iluminación, según donde estés.

5. Asegúrate de que tienes la luz apropiada, mejor si es natural. No coloques la pantalla de frente o de espaldas a una ventana o cualquier fuente de luz directa. Evita los reflejos.

6. Aumenta la velocidad de refresco de tu pantalla.

7. Mantén el monitor de tu ordenador a unos 60 cm de distancia y ligeramente por debajo del nivel de los ojos. Si utilizas un e-book o una tablet mantenlos a unos 35-40 cm de distancia de los ojos.

8. Ajusta el tamaño de la letra.

9. No utilices estos medios electrónicos cuando estés demasiado cansado.

10. No olvides someterte a una revisión visual anual.

Tomado de zoom news

miércoles, 23 de enero de 2013

Bibliofrenia o la pasión irrefrenable por los libros

El libro se titula “Bibliofrenia o la obsesión irrefrenable por los libros”, lo ha editado Melusina y lo ha escrito Joaquín Rodríguez. Cada capítulo de “Bibliofrenia” está dedicado a contar con brevedad, humor, erudición…, la curiosa y llamativa historia de 25 célebres bibliófilos occidentales, 25 hombres que dedicaron sus esfuerzos y pasión a construir bibliotecas sencillamente impresionantes por su calidad y la cantidad de libros y documentos reunidos.



El historiador y erudito prusiano Theodor Mommsen, autor de unas 1.500 obras, entre ellas la legendaria Historia de Roma, tenía en enero de 1903 ochenta y cinco años de edad, estaba mordido por la depresión y había decidido, tiempo antes, pasar todo el tiempo posible en su impresionante biblioteca. Aproximadamente un año antes la Academia Sueca le había concedido el premio Nobel de Literatura. 

El 26 de enero del año ya mencionado, Mommsen subió a lo más alto de la escalera que terminaba en las estanterías más altas de una parte de su biblioteca. Sacó un libro y, mientras lo hojeaba con dificultad sosteniéndolo con una sola mano, con la otra sostenía una vela que le daba la luz suficiente para poder leer. Sin darse cuenta, claro, acercó el fuego de la vela a su blanca melena, y esta se prendió incendiándose con consecuencias trágicas. El viejo erudito logró apagar el incendio de su cabellera, pero su rostro quedó herido con consecuencias ya irremediables. Murió diez meses después. 


Esta anécdota es el final de un capítulo de los veinticinco que conforman un libro absolutamente delicioso dedicado al amor a los libros, a las bibliotecas. El libro se titula Bibliofrenia o la obsesión irrefrenable por los libros, lo ha editado Melusina y lo ha escrito Joaquín Rodríguez. Cada capítulo de Bibliofrenia está dedicado a contar con brevedad, humor, erudición…, la curiosa y llamativa historia de 25 célebres bibliofilos occidentales, 25 hombres que dedicaron sus esfuerzos y pasión a construir bibliotecas sencillamente impresionantes por su calidad y la cantidad de libros y documentos reunidos. Hablamos de personajes como Franceso di Petrarco, Kant, Henry E. Huntington, Casanova, Gómez de la Cortina… 

Bibliofrenia es un homenaje al libro de papel en un momento histórico en el que posiblemente estemos asistiendo a su defunción, al menos con el sentido y presencia que ha tendido a lo largo de los últimos dos mil años. Bibliofrenia es uno de los mejores regalos que puedan ocurrírseme hoy para cualquier amante auténtico de los libros. El lector lo pasará muy bien leyendo esta páginas, y verá cómo su propia bibliofília encuentra motivos y aliento para enraizarse un poco más en su propia vida.

Fuente aquí

martes, 22 de enero de 2013

Google y la biblioteca mundial


La semana pasada se estrenó en el Festival Sundance el documental Google and the World Brain, producido por Polar Star Films, que hace honor a la predicción de HG Wells en 1937 sobre la creación de una gran biblioteca que recogiera todo el conocimiento humano y nos llevara a un nuevo estado de inteligencia colectiva.

El documental que alerta de los peligros  y de las maravillas de Internet, recorre el proceso de digitalización llevado a cabo por Google, de millones de libros durante los últimos diez años, las consecuencias que puede acarrear, las reclamaciones de autores sobre sus derechos,  las prevenciones  de países como Alemania, Francia o Japón y las advertencias de los expertos sobre cuestiones de apropiación y manipulación de los ciudadanos.

La idea de crear una biblioteca mundial no es una ocurrencia ni de las empresas multinacionales de Internet,  ni tampoco una idea original de siglo XXI.  Desde la creación de la Biblioteca de Alejandría en la Grecia Antigua ese cerebro mundial sigue vigente. La diferencia es que hoy día las posibilidades tecnológicas existen.

Desde el sector público también se promueve la idea del cerebro mundial, aglutinador de todo el conocimiento, de todo lo que se ha escrito y creado el hombre en formato digital. La Unión Europea  fomenta desde 2008 el proyecto Europeana, cuya idea es básicamente la misma que la de Google, si bien el argumentario se nutre de conceptos tales como patrimonio común de la humanidad, open source  data o  creative commons.

Pero mientras los grandes proyectos públicos o privados quieren mejorar el acceso al conocimiento,  la realidad que vive el ciudadano es bien distinta. Las bibliotecas de proximidad en muchos de los países de Europa están perdiendo su función  básica. Se transforman en contenedores obsoletos, pero aún vivos gracias a la actitud vocacional de sus profesionales y apoyados con el espíritu voluntarista de unos pocos.  Estos otros centros de salud están llamados a desaparecer en esta época de política neoliberal. Los presupuestos de adquisición de nuevos títulos se reducen a la mínima expresión, los horarios se restringen, y las actividades de fomento de lectura se regulan a la lectura de 30 minutos por usuario.  

La biblioteca es la primera línea de defensa y de acceso a la cultura. Está bien que se fomente el acceso a la totalidad del conocimiento humano en la red, pero  los caminos por los que transita esta idea hoy día están equivocados.

Fuente: aquí

“One today”, poema que Richard Blanco lee a Barak Obama

Presentamos, en versión del escritor Gerardo Cárdenas, director de la revista Contratiempo de Chicago, “One today” del poeta norteamericano de ascendencia cubana Richard Blanco. Blanco fue invitado por el presidente Barak Obama a participar en la ceremonia de investidura. En seguida el poema leído en el evento. Richard Blanco es autor del poemario “ City of Hundred Fires”.

Hoy una luz

Un sol se alzó hoy en nosotros, encendido sobre nuestras costas,
espiando  sobre las Smokies, saludando los rostros
de los Grandes Lagos, regando una simple verdad
a lo ancho de las Grandes Praderas, para luego lanzarse contra las Rocallosas.

Una luz, que despierta tejados, bajo cada uno una historia
que cuentan nuestros mudos gestos al moverse tras las ventanas.

Mi rostro, tu rostro, millones de rostros en los espejos de la mañana,
cada uno bostezando ante la vida, en gradual ascenso hacia nuestro día;
camiones escolares como lápices amarillos, el ritmo de los semáforos,
puestos de frutas: manzanas, limones, y naranjas como arcoíris
pidiéndonos un elogio. Plateados camiones cargados de aceite o papel—
ladrillos o leche, como enjambre en las carreteras junto a nosotros,
que vamos camino de limpiar mesas, leer carpetas o salvar vidas—
a dar clases de geometría, o vender comestibles como lo hizo mi madre,
por veinte años, para que yo pudiera escribir este poema.

Todos tan vitales como la luz que atravesamos,
la misma luz sobre los pizarrones de la clase de hoy:
ecuaciones por resolver, historias que cuestionar, o átomos por imaginar,
aquel “yo tengo un sueño” que seguimos soñando,
o el imposible vocabulario de la pena que no explicará
los pupitres vacíos de veinte niños ausentes
hoy, y para siempre. Muchas oraciones, pero una luz
que infunde color a los vitrales,
vida a los rostros de bronce de las estatuas, calor
a los escalones de los museos y las bancas de los parques
donde las madres miran a sus hijos jugar al paso del día.

Un suelo. Nuestro suelo, que nos arraiga a cada tallo
del maíz, cada espiga de trigo sembrada con sudor
y manos, manos que recogen el carbón o ponen molinos
en los desiertos y las cimas de las colinas para darnos calor, manos
que cavan zanjas, que enlazan tuberías y cables, manos
tan gastadas como las de mi padre tras cortar caña
para que mi hermano y yo tuviésemos libros y zapatos.

El polvo de granjas y desiertos, ciudades y praderas,
mezclados por un viento –nuestro aliento. Respira. Óyelo
hoy en el precioso jaleo de cláxones de taxis,
camiones que se lanzan por las avenidas, la sinfonía
de pasos, guitarras, y escandalosos trenes subterráneos,
el inesperado canto del pájaro sobre el tendedero.

Oye: los rechinantes columpios del parque, el pitido de los trenes,
o los susurros que escapan de las mesas del café, oye: las puertas que nos abrimos
cada día, diciéndonos: hola | shalom,
buon giorno | howdy | namasté | o buenos días
en el idioma que mi madre me enseñó —en cada idioma
hablado en el viento que transporta nuestras vidas
sin prejuicio, como estas palabras que parten mis labios.

Un cielo: desde los Apalaches y las Sierras reclama
su majestad, y el Mississippi y el Colorado serpentean
su cauce hacia el mar. Agradecemos el trabajo de nuestras manos:
tejen acero para formar puentes, escriben otro informe a tiempo
para que lo vea el jefe, dan puntadas a otra herida
o uniforme, dan la primera pincelada a un retrato,
o el último escobazo al piso más alto de la Freedom Tower
elevándose hacia un cielo que cede ante nuestra persistencia.

Un cielo, hacia el que a veces alzamos nuestros ojos
cansados de trabajar: algunos días quieren adivinar el clima
de nuestras vidas, algunos días dan gracias por un amor
correspondido, algunas veces dan gracias por una madre
que supo cómo dar, o perdonan a un padre
que no pudo dar lo que quisimos.

Nos vamos a casa: a través del lustre de la lluvia o el peso
de la nieve, o el plúmbeo rubor del ocaso, pero siempre —la casa,
siempre bajo un cielo, nuestro cielo. Y siempre una luna
como un mudo tambor que resuena sobre cada tejado
y ventana, de un solo país —todos nosotros—
de cara a las estrellas
esperanza —una nueva constelación
que espera que la bosquejemos,
que espera que la nombremos —juntos.

Fuente aquí

La Bibliotecaria


 Sinopsis

Regina Finch se ha ganado a pulso su puesto en la sede central de la Biblioteca Pública de Nueva York. Pero un encuentro fortuito con Sebastián Barnes, millonario, exitoso fotógrafo y principal mecenas del centro, transformará su austera y aburrida existencia en una vida llena de acción, lujo, erotismo y nuevas experiencias.

Gracias a su acercamiento al mundo de Bettie Page, una modelo convertida en reina de las pin-up y fetiche para millones de admiradores en todo el mundo, Regina dejará de ser la ingenua y tímida bibliotecaria para convertirse en el objeto del devorador deseo de Sebastián.

Datos Técnicos

Editorial: Esencia
Número de páginas: 352
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788408038528
Lanzamiento previsto para el 05/2/2013


Biografía del autor

Logan Belle es la autora de la trilogía erótica «Blue Angel» (Kensington). Sus relatos cortos han sido publicados en la antología Obsessed: Erotic Romance for Women (Cleis Press). 



domingo, 20 de enero de 2013

La libertad y los libros


Texto completo del discurso de Mario Vargas Llosa en la 37º Feria del Libro de Buenos Aires

Mario Vargas Llosa



Agradezco a los organizadores de la Feria del Libro de Buenos Aires honrarme con la invitación a ocupar esta tribuna el día de la inauguración. He tenido ya ocasión de participar en ella hace algunos años y me alegra saber que ha ido creciendo y atrayendo cada vez a más editores, libreros y lectores hasta convertirse en una de las ferias de libro más importante mes en todo el ámbito de nuestra lengua.



No me extraña nada que haya ocurrido así. Desde la primera vez que pisé Buenos Aires, hace de esto cerca de medio siglo, advertí que esta ciudad y los libros tenían una afinidad recóndita, comparable a la que sólo había advertido antes en París, y que, al igual que esta última, Buenos Aires era una ciudad de librerías -modernas y anticuarias-, de cafés literarios, de escribidores y lectores, donde todo letraherido se sentía inmediatamente en su casa. No es por eso nada raro que uno de los más grandes creadores de nuestro tiempo, Jorge Luis Borges, fuera un porteño y que se pueda decir de su extraordinaria obra que toda ella es como la exhalación imaginaria emanada de una biblioteca, institución en la que Borges, recordemos, en uno de sus más bellos textos, materializó el Paraíso.



Agradezco también a los organizadores de este certamen haber resistido las presiones de algunos colegas y adversarios de mis ideas políticas, para desinvitarme. Y extiendo mi agradecimiento a la Presidenta, señora Cristina Fernández de Kirchner, cuya oportuna intervención atajó aquel intento de veto. Ojalá esta toma de posición en favor de la libertad de expresión de la mandataria argentina se contagie a todos sus partidarios. Este episodio, me parece, más allá de lo anecdótico, plantea un asunto interesante y actual al que no me parece inadecuado abordar en el marco de este certamen con una breve exposición que se podría titular: "La libertad y los libros".



Manuscritos, impresos y, ahora, digitales, los libros representan la diversidad humana (mientras no sean expurgados, claro está). A condición de que puedan participar en ella sin discriminación, cortes, sin censura, los libros de una Feria del Libro son, en pequeño formato, la humanidad viviente, con lo mejor y lo peor que ella tiene: sus creencias, sus fantasías, sus conocimientos, sus sueños, sus amores y sus odios, sus prejuicios, sus pequeñeces y grandezas. Ningún espejo retrata mejor a esa colectividad de hombres y mujeres que conforman las diversas tradiciones, culturas, etnias, lenguajes, mitos, costumbres, modos y modas del fenómeno humano. Esa extraordinaria variedad desaparece cuando, abandonando la superficie, gracias a los libros nos sumergimos en lo profundo hasta llegar a aquellas raíces o denominadores comunes de la especie, pues allí descubrimos lo que hay de solidario y semejante por debajo de aquella frondosa variedad: una condición, unos sentimientos, unos anhelos, unas alegrías y unos miedos que establecen una identidad recóndita sobre las diferencias y distancias que la historia ha ido forjando entre razas, pueblos y culturas a lo largo de los siglos.



Los libros nos ayudan a derrotar los prejuicios racistas, étnicos, religiosos e ideológicos entre los pueblos y las personas y a descubrir que, por encima o por debajo de las fronteras regionales y nacionales, somos iguales en el fondo, que los "otros" somos en verdad "nosotros" mismos. Gracias a los libros viajamos en el espacio y en el tiempo, como hizo Julio Cortázar en La vuelta al día en ochenta mundos sin salir de su biblioteca, y comprobamos que, con todos sus matices y variantes, la humanidad es una sola y compartida.



Podemos comparar el mundo de los libros que en estos momentos nos rodea con un bosque encantado. Ellos están allí, quietos, inertes, silenciosos, como los árboles y las plantas de las fantásticas historias infantiles, esperando la varita mágica que los anime. Basta que los abramos y celebremos con sus páginas esa operación mágica que es la lectura para que la vida estalle en ellos convocada por la hechicería de sus letras y palabras, y un surtidor de ideas, imágenes y sugestiones se eleve del papel hacia nosotros nos impregne, arrebate y traslade a otra vida, a menudo más rica, coherente, intensa y entretenida que la vida verdadera, en la que a menudo las rutinas embrutecedoras cotidianas nos dejan apenas resquicios para la exaltación y la felicidad.



La vida de los libros nos enriquece y nos transforma. Nos hace más sensibles, más imaginativos y, sobre todo, más libres. Más críticos del mundo tal como es y más empeñados en que cambie también él y se vaya acercando a los mundos que inventamos a imagen y semejanza de nuestros deseos y sueños.



Por eso, los libros son un testimonio inapelable de las carencias y deficiencias de la vida, aquellas que incitan a los seres humanos a crear mundos de fantasías y a volcarlos en ficciones para poder tener aquello que la vida que vivimos no nos da.



El viaje al corazón de ese bosque encantado de los libros no es gratuito, un paseo divertido y sin secuelas. Es un viaje que deja huellas en el sentimiento y la inteligencia del lector, la comprobación de que el mundo real está mal hecho pues no basta para colmar nuestros anhelos. ¿Para qué inventaríamos otros mundos si con éste nos bastara? Es imposible no salir de un buen libro sin la extraña insatisfacción de estar abandonando algo perfecto para volver a lo imperfecto y empezar a mirar el entorno con cierto desánimo y frustración. Nada ha hecho que el mundo progrese tanto desde los tiempos de la caverna primitiva hasta la era de la globalización como ese viaje a lo imaginario que acompaña a hombres y mujeres desde su más remoto pasado y del que da testimonio inequívoco el mundo vertiginoso y laberíntico de los libros.



No es sorprendente, por ello, que los libros hayan despertado, a lo largo de la historia, la desconfianza, el recelo y el temor de los enemigos de la libertad, de quienes se creen dueños de las verdades absolutas, de todos los dogmáticos y fanáticos que han sembrado de odio y violencia zigzagueante el curso de la civilización.



La Inquisición lo vio clarísimo: los libros deben ser examinados y purgados por censores estrictos para asegurar que sus contenidos se ajusten a la ortodoxia y no se deslicen en ellos apostasías y desviaciones de la doctrina verdadera. Dejarlos prosperar sin esa camisa de fuerza de la censura previa sería poblar el mundo de heterodoxias, teorías subversivas, tentaciones peligrosas y desafíos múltiples a las verdades canónicas. Esta mentalidad llevó a decidir que todo un género literario -la novela- fuera prohibida durante los tres siglos que duró la colonia en todas las posesiones españolas de América. Durante trescientos años no se pudo editar ni importar ficciones en las colonias americanas. El contrabando se encargó de que muchas novelas circularan en nuestras tierras, felizmente. Pero una de las perversas -o tal vez felices- consecuencias de esta prohibición fue que, en América Latina, como la ficción fue reprimida en el género que la expresaba mejor -las novelas-, y coma los seres humanos no podemos vivir sin ficciones, éstas se la arreglaron para contaminarlo todo -la religión, desde luego, pero también las instituciones laicas, el derecho, la ciencia, la filosofía y, y por supuesto, la política-, con el previsible resultado de que, todavía en nuestros días, los latinoamericanos tengamos grandes dificultades para discernir entre lo que es ficción y realidad. Eso ha sido muy beneficioso en los dominios del arte y la literatura, pero bastante catastrófico en otros, en los que sin una buena dosis de pragmatismo y de realismo -saber diferenciar el suelo firme de las nubes- un país puede estancarse o irse a pique. Los comisarios políticos han reemplazado en la vida moderna a los inquisidores de antaño.



Vez que se ha apoderado de un gobierno un fanático religioso, ideológico o un caudillo megalómano que se cree dueño de la verdad absoluta, los libros se han visto sometidos a purgas, recortes y vejaciones para tratar de evitar que lo que ellos encarnan mejor que nadie -la diversidad humana, la variedad de ideas, creencias, puntos de vista, costumbres y tradiciones- se divulgue y contradiga la visión dogmática, excluyente y autoritaria entronizada. Nazis, fascistas, comunistas, caudillos militares o civiles enceguecidos por los espejismos de las verdades absolutas han tratado a lo largo de toda la historia y en todas las geografías del planeta de domesticar y embridar el espíritu creativo, insumiso y crítico -que ha sido siempre el motor del cambio-, pero, por fortuna, siempre han fracasado. Dejando, eso sí, en el camino una miríada de víctimas - torturados, encarcelados y asesinados- que, pese a la represión y a las persecuciones, mantuvieron siempre viva aquella llama de libertad que anida, como un alma secreta, en el corazón de los libros.



Leer nos hace libres, a condición, claro está, de que podamos elegir los libros que queremos leer, y que los libros puedan escribirse e imprimirse sin inquisidores ni comisarios que los mutilen para que encajen dentro de las estrechas orejeras con que ellos aprisionan la vida. Defender el derecho de los libros a ser libres es defender nuestra libertad de ciudadanos, el precioso fuego que la atiza, mantiene y renueva.



Una de las mejores tradiciones de la Argentina ha sido ser un país de libros, escritores y lectores. Yo lo recuerdo muy bien, pues en mi infancia y mi adolescencia se nutrieron de revistas y libros (y, añadiré, películas y canciones) que se producían y editaban en este país y se difundían por todos los rincones de América. Por ejemplo, llegaban puntualmente a Cochabamba, la ciudad boliviana donde viví hasta los diez años. Recuerdo muy bien la llegada periódica de Leoplán para el abuelo, el Para ti que leían mi madre y m abuela y en Billiken que yo esperaba como maná del cielo. Más tarde, de universitario en San Marcos, en Lima, conocí la literatura más renovadora y moderna, (de Faulkner a Thomas Mann, de Joyce a Sartre, de Camus a Forster, de Eliot a Hemingway, gracias a las traducciones que editoriales como Losada, Sudamericana, Emecé, Sur y otras publicaban y distribuían por todo el continente. Como innumerables jóvenes latinoamericanos de mi generación puedo decir por eso que debo buena parte de mi formación literaria a esa pasión por los libros que anida en el corazón de la cultura argentina.



Hago votos porque esa hermosa tradición se renueve y fortalezca y que sea la mejor expresión de ello esta Feria del Libro de Buenos Aires.



Muchas gracias.



Buenos Aires, abril 2011